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Portuguese, Brazil

Country
Brasil
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OMS
Habilidades de Vida
prevenção
Adolescência
Comportamentos de Risco

Las habilidades para la vida como forma de prevención

La adolescencia es uno de los períodos más importantes en la vida de las personas. Esta fase del desarrollo humano, en la que el niño se convierte en adulto, delimita el potencial de crecimiento psicológico del individuo. Dependiendo de cómo se estructuren psicológicamente, el adolescente puede convertirse en un adulto exitoso o fracasado.

La adolescencia también se caracteriza por ser un periodo en el que hay mayores posibilidades de que los adolescentes experimenten nuevas y, precisamente por ser nuevas, atractivas. Esto los hace más vulnerables a participar en comportamientos que ponen en riesgo su salud.

Las conductas de riesgo más frecuentes entre los jóvenes son: inicio precoz de la sexualidad, relaciones sexuales sin uso de preservativo, no uso y/o uso inadecuado de anticonceptivos, uso indebido de drogas, alcohol y tabaco, violencia y accidentes de tránsito. A la vista de todos estos aspectos, es evidente que la adolescencia es una fase de la vida en la que los individuos están más expuestos a factores de riesgo relacionados con aspectos conductuales.

Tres cuartas partes de todas las muertes de adolescentes se deben a causas prevenibles no relacionadas con enfermedades. Existe la necesidad de una intervención sanitaria con énfasis en la prevención de la aparición de estas conductas de riesgo y en la implementación de nuevos hábitos de vida saludables. Si tenemos tantos problemas y riesgos para la salud en esta etapa de la vida, ¿por qué no abogar por la existencia e implementación de programas específicos? El problema de estos programas radica precisamente en su especificidad. Una acción profesional desarrollada para reducir el riesgo del consumo de tabaco tendrá su efecto restringido al consumo de tabaco, no alcanzando, o sólo de forma periférica, otras conductas de riesgo. Esta limitación se aplica a todos los programas específicos en cualquier área de riesgo. Por esta razón, se ha argumentado que existe la necesidad de desarrollar aspectos más generales de la conducta adolescente que los hagan resistentes a diferentes tipos de riesgo.

Existe un concepto interesante en la literatura en esta área que sugiere que si un adolescente tiene fuertes factores protectores internos, puede resistir, más que otros adolescentes en la misma situación, las conductas poco saludables que a menudo resultan del estrés de riesgo. Los factores protectores internos incluyen la autoestima y el control interno, mientras que los factores externos son principalmente el apoyo social de la familia y la comunidad.

Debemos tratar de entender cómo se desarrollan los factores de resistencia y cómo sería posible implementarlos en adolescentes que no los tienen. El desarrollo de estas habilidades crearía un aumento en la resistividad interna de cada adolescente, lo que le permitiría enfrentar situaciones de riesgo sin involucrarse en ellas. La Organización Mundial de la Salud propone programas de enseñanza de Habilidades para la Vida dirigidos a desarrollar conductas adaptativas y socialmente apropiadas en niños y jóvenes, con el fin de permitirles negociar eficazmente con las demandas y desafíos de la vida cotidiana (OMS, 1997).

Existen una serie de habilidades que pueden ayudar a los individuos a tener conductas que favorezcan su salud, ya que posibilitan la transformación de conocimientos, actitudes o valores en acciones positivas. Las Habilidades para la Vida propuestas por la OMS son: toma de decisiones, resolución de problemas, pensamiento creativo, pensamiento crítico, comunicación efectiva, relaciones interpersonales, autoconocimiento, empatía, manejo de emociones y manejo del estrés. Según la Organización Panamericana de la Salud, estas habilidades se pueden agrupar en categorías que se complementan entre sí: habilidades sociales e interpersonales, habilidades cognitivas y habilidades de manejo de emociones.

Los programas de Habilidades para la Vida pueden desarrollarse en diferentes contextos, incluyendo escuelas, centros comunitarios, unidades básicas de salud, instituciones que atienden a adolescentes, etc. El contenido a desarrollar debe adaptarse a las características y especificidades de la población a la que se propondrá. Por lo tanto, aspectos como la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades laborales, que son específicos de cada población objetivo, deben ser considerados antes de iniciar la implementación de un programa.

La OMS ha abogado por el uso generalizado de programas de enseñanza de habilidades para la vida como una forma de reducir las conductas de riesgo para la salud.

A lo largo de la semana te traeremos más artículos que detallan las Habilidades para la Vida.

Fuente: http://www.scielo.mec.pt/pdf/psd/v3n2/v3n2a09.pdf

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